Por Juan Azócar
En nuestro afán por consolidar la democracia participativa y protagónica, el Consejo Nacional Electoral (CNE) concluye esta semana una nueva etapa caracterizada por el irrestricta apego a la Constitución Nacional. Amplia convocatoria, elección abierta y libre a todas las organizaciones con fines políticos interesadas en participar. Proceso sometido, por ley, a infinidad de auditorías que a los ojos del mundo rebelan su inequívoca e incuestionable transparencia.
El resultado está a la vista. De nuevo, somos ejemplo para el mundo. Se impuso el respeto, el celo y la responsabilidad de hacerlo bien con la presencia de un ciudadano que conoce sus deberes y derechos.
Ocurre que las recientes elecciones parlamentarias en Venezuela se realizan en el marco de campañas mediáticas aterradoras. Que no quede duda cuando afirmamos que los agentes imperialistas están utilizando todos los recursos a su alcance para meterle miedo a nuestra gente. Con objetivos muy precisos: generar animadversión hacia el proyecto bolivariano, odio hacia su dirigencia y sobre todo desmovilizar y socavar la moral del chavismo.
De manera que estos últimos años se han convertido en una guerra sin cuartel, con el claro propósito de doblegar la voluntad del venezolano. Reventarle el espinazo. Ponerlo en rodillas. Teniendo siempre en su desequilibrada mente aquella premisa de hacer chirriar la economía. En fin, incentivar la desmoralización cuyo principal blanco de ataque es el presidente Maduro y lo que él significa para el futuro de la Revolución bolivariana.
El intervencionismo, en sus diferentes facetas, es un hecho que diariamente ocurre de forma descarada con el lamentable impacto en la cotidianidad del ciudadano. Alimentación, salud y servicios se recienten, desmejorando considerablemente nuestra calidad de vida. A ello sumamos los efectos de la pandemia del Covid-19, a la cual el Gobierno ha dado esmerada respuesta, frenando su mayor impacto para evitar los estragos ocurridos en otros países.
Vale decir que las elecciones de este 6 de diciembre se convierten en un hecho que podemos calificar de heroico para los venezolanos. Su lectura es sencilla y contundente. Deseos de cambio, apego a la institucionalidad, búsqueda de la paz y la tranquilidad, rechazo a los violentos. Pero si me emplazan a precisar la respuesta, diré que en un contexto del más inhumano y cruel asedio, mediante la aplicación de medidas como el cerco económico, el terrorismo mediático y la constante amenaza de intervención convencional, nuestro pueblo da la cara con hidalguía para seguir venciendo.
Vale, entonces, hacernos algunas preguntas: ¿Qué más daño nos van a causar los señores imperialistas? ¿Qué más van a pedir y saquear los apátridas en sus pretensiones de perpetuarse como gobernantes interinos y proclamar la destrucción del país, para continuar con su pretendido propósito de regresar a Venezuela como héroes salvadores? Todos ellos, después de tanta maldades, ¿seguirán culpando al socialismo o al bolivarianismo de nuestros padecimientos?
Bien, los venezolanos han vuelto a decir su verdad en las urnas electorales. El 6-D ganó el chavismo. El 5 de enero se instala la nueva Asamblea Nacional. Votamos contra la crueldad imperial, contra la intervención extranjera, por el respeto a nuestra soberanía y el derecho a la autodeterminación de construir nuestro futuro en paz y libertad. Aquí en Venezuela… iviviremos y venceremos!
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Juan Azócar Sociólogo