El armisticio

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Por Yonder Canchica

El término armisticio proviene de un vocablo latino que sirve para referirse a la suspensión de hostilidades que se pacta entre ejércitos en conflicto. El armisticio supone un alto el fuego, aunque no implica necesariamente la firma de un tratado de paz ni el fin del conflicto.

La historia de Venezuela nos recuerda que hasta en la guerra convencional siempre existe espacio para la racionalidad y el encuentro, la construcción de acuerdos mínimos y para desescalar las hostilidades. Tal como ocurrió hace 200 años con el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, firmados entre la Gran Colombia y el Reino de España el 25 y el 26 de noviembre de 1820, en el estado Trujillo. Si bien durante esta fase de tregua no fue posible adelantar las negociaciones de paz, significó un punto de inflexión en medio de una lucha cruenta y prolongada de más de una década.

Este tratado redactado, magistralmente, por el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, es el antecedente y origen del Derecho Internacional Humanitario (DIH), rama  del Derecho destinada a limitar y evitar el sufrimiento humano en tiempo de conflicto armado conocida, lo que denota una relación de causa y efecto entre la guerra y las distinta área del Derecho.

Hoy, cuando el mundo vive una situación compleja y nuestro país es asediado de distintas formas, es el momento preciso para buscar acuerdos, aunque sean mínimos, entre los venezolanos, indiferentemente de sus ideas y gustos. La democracia y la participación ciudadana siempre serán una excelente oportunidad para el encuentro de todas las familias venezolanas y una vía correcta para dirimir nuestras diferencias, entendiendo la paz como un proceso constante y perpetuo de convivencia.

La diversidad cultural, étnica y de pensamiento es parte de la riqueza humana. La aceptación de la existencia de los pensamientos diversos es fundamental para la convivencia de cualquier familia o sociedad y es muestra inequívoca del nivel elevado de conciencia de sus integrantes. Solo una mente educada puede aceptar un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de compartirlo.

El Derecho y la sociedad han evolucionado en el tiempo y hoy no estamos frente a una guerra convencional. En el caso venezolano con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, se asumió el modelo de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los Derechos Humanos.

La Constitución es la guía para resolver cualquier conflicto ya que de ella derivan las reglas de actuación, parámetros de convivencia, el tiempo de duración de los poderes del Estado, entre otros aspectos. El Estado, en un situación permanente, y quien representa a las institución del Estado, son situación temporales por mandato de la ley y la voluntad ciudadana.

Igualmente, la carta magna de la República Bolivariana de Venezuela, en su preámbulo, expresa que el pueblo en ejercicio de sus poderes creadores y con el fin supremo de refundar la República, establece una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad y el bien común. Lo que deja clara la aspiración de establecer la convivencia en la sociedad y asume la paz como un valor transversal.

Aun en la escala más local, como las juntas de vecinos, consejos comunales u otras organización sociales, las diferencia siempre se dilucidan con los mecanismos democráticos prevista en las normas y los que no participan solo pueden acatar la decisión de las mayorías que sí se expresaron y alzaron su voz democráticamente. En virtud de ello, es necesario respetar las leyes para la convivencia.

Luego de 200 años en Venezuela se nos presentará, con la elección de un nuevo parlamento nacional, otra oportunidad para acuerdos, para construir la paz, y será una ocasión especial para la aceptación mutua, la convivencia y para desescalar las hostilidades para el bien de todos y todas. Nada más deseable que la paz, pero la paz es consecuencia del respeto a los mutuos derechos.

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Yonder Canchica Abogado

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