Por Jorge Guerrero Veloz
En los recientes días de este mes de noviembre hemos estado presenciando la mentira de la verdad, en el país que se ufana de tener la mejor democracia del mundo.
Por largo tiempo Estados Unidos se ha encargado de «repartirle democracia» a muchos países, y quienes se niegan a recibirla se la imponen a fuerza, con golpes de Estado, invasiones y guerras fratricidas, entre otras prácticas imperiales. De igual manera, este mismo país, junto con los distintos personajes que lo han gobernado, le exigen a medio mundo y más allá, elecciones libres, transparentes y democráticas.
Pero, a lo interno del mismo, esas reglas no se cumplen. Adoleciendo de un sistema electoral que permita que las grandes mayorías, con el voto popular, secreto y universal, decidan quién es el ganador de dicho proceso electoral. Que su presidente o presidenta no sea producto de la decisión de un Colegio Electoral. Además, dichos colegios fueron escogidos desde épocas coloniales de manera selectiva, es decir, no existe paridad e igualdad entre ellos.
Unos colegios electorales que hasta la fecha conservan el poderío colonial y esclavista de esa sociedad, que se niega a dejar atrás ese pasado, ahora expresado en los colegios electorales. Unas elecciones para escoger presidentes con las mismas condiciones del colonialismo y la esclavitud, en tiempos dizque modernos.
Entonces, no estaríamos hablando de un presidente electo bajo las reglas universales de los procesos electorales clásicos, donde las grandes mayorías populares deciden, sino más bien de un presidente electo y nacido de unos colegios electorales sin igualdad, ni mucho menos paridad.
En resumen, esa democracia es el resultado de lo que se decida en esos colegios. Esas elecciones no son libres, ni trasparentes, los votos residen en los colegios. El presidente electo nace de la voluntad expresada en los minoritarios y exclusivos, para no decir excluyentes, colegios electorales.
Y la guinda que le faltaba al pastel se la pone el propio emperador de los Estados Unidos de AmeriKKKS, denunciando un fraude masivo en los centros electorales. Echando por tierra y de un plumazo la paranoia de la interferencia e intervención rusa y china en las pasadas elecciones presidenciales, donde él resultó ganador. De esta manera nacionaliza el fraude, ya no son los hacker de países extranjeros, los trupmposos son unos demócratas gringuitos.
Esas afirmaciones nuevamente desvían el debate, para no permitir decir la verdad que el mundo entero conoce como la desvergüenza política, electoral y democrática. Donde los votos o la posibilidad de elegir realmente, en una sociedad multirracial, no son reconocidos. Es decir, los sectores más vulnerables a ese viejo y colonial sistema electoral, como los afroamericanos, los indígenas, los migrantes, los grupos sociales y los connacionales de muchos países que viven allí, no son respetados ni reconocidas sus luchas por los cambios expresadas a través del voto.
En fin, este espectáculo al estilo de Hollywood pone al descubierto la podredumbre de esa decadente democracia y su sistema electoral. De aquí en adelante ¿con qué cara y moral le van exigir a otros pueblos y naciones soberanas, elecciones, libres transparentes y democráticas? Así pues, como van las cosas, de los colegios electorales pasan a la corte.
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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático