De la mortadela a la renovación en Venezuela

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Por Óliver Rivas

Lo que acaba de ocurrir es excelente. La ocurrencia del tipo repartiendo mortadela como campaña es el mejor ejemplo de que la cultura adeca está vivita y coleando. No me alegra que esté viva. Me alegra que lo veamos y sea tan obvia. Y no para señalar personalmente, sino para caracterizar y atacar esas desviaciones que hemos venido denunciando, cuanto antes.

Ese fenómeno no es un asunto de esa persona (que pasó a mejor vida), sino que viene acumulándose efectivamente por falta de formación, por permisividad, por pragmatismo (el fin justifica los medios). No solo en elecciones y no solo en un partido o en un estado del país.

Y lo que me parece más importante, ese “método” que crearon los amigos de Ramos Allup, es enemigo y obstáculo para construir la alternativa de sociedad que queremos.

Eso demuestra que si los métodos de distribución no son verdaderamente socialistas, transparentes, colectivos, planificados en base a la necesidad, para el bien común; si no hay formación de militantes desprendidos o su selección no se debe a criterios revolucionarios, veremos adecos en esencia y socialistas en apariencia, adecos en contenido y socialistas de forma. Y eso no es exclusivo de un partido, antes de que salgan los puros y las puras a darse colita. Es un asunto ideológico-cultural. Si los criterios de administración de los recursos del Estado son tan arbitrarios y los métodos de gestión y de distribución no son socialistas (planificados, organizados, colectivos, cooperativos, sin plusvalía económica o política de unos sobre otros), entonces, será más de lo mismo, “servir pasado en copa nueva”.

Algo está muy bien, y dice que hemos avanzado mucho como país, recordando la Venezuela de los 90, y es que hubo total y generalizado repudio a ese hecho, desde las redes hasta el Vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, en un tono coherente. Es decir, hay un “no retorno” al país de la arbitrariedad, la desigualdad en el manejo de los recursos, los valores de lo miserable. Nadie quiere volver a serlo y si algo nos está costando moralmente, es eso. En los 90 las romerías adecas eran “chéveres”, eran “de pinga”. ¿Se entiende?

Este pueblo sabe hacer cola y esperar, no va a amilanarse ni echarse a morir por eso, pero la organización de la administración de la gasolina es un tema metodológico-organizativo que fácilmente se revierte (que insisto no es un problema de un partido o un sector y menos en el chavismo que justo viene de cuestionar eso), es algo que genera molestia, incomodidad y descrédito permanente. El matraqueo, la viveza criolla, es algo que debemos atacar, es la forma de privatizar lo común. Por eso, se debe ser ejemplar a pesar de las limitaciones, más aún en las limitaciones, generar métodos y lógicas que permitan organizar la distribución de beneficios sociales de manera efectiva y mostrar los buenos avances, apoyar las iniciativas ejemplares, que las hay a montón también.  Unos pocos malos ejemplos, usados por la maquinaria multimediática transnacional, magnifica y viraliza estas expresiones para generalizar, desmoralizar, descomponer y quebrar la resistencia popular.

Y para ponerlo fuera de asuntos estéticos o para que veamos que lo estético es político, y viceversa, no es lo mismo apoyar a tu Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) como parte de él, que ir a tomarte la foto como todo un oportunista miserable y cabeza hueca (con el perdón de la persona, que no es con ella sino con la cultura heredada).

Quienes buscan bloqueo y asfixia faranduleando por el exterior, lo saben. Saben que la desesperación y la desesperanza son condiciones que necesitan para intervenir el país y quedarse con todo. Por eso, más allá de lo electoral, asumamos esta campaña para repolitizarnos y resetearnos culturalmente, el que esté soñando con curules, “juegos de tronos” y comprar a la gente, sencillamente ni es chavista ni vive en la realidad. Chávez vino a significar dignidad, responsabilidad, transparencia, terquedad, a dar la cara, a asumir y poner el pecho, todo lo que es el venezolano y la venezolana de a pie en su mayoría. Por eso me uní a Chávez. No pretendo renunciar a eso.

Cuando se plantea “rescatar y renovar” la institucionalidad de la Asamblea Nacional (AN) para fines nacionales, no podemos sino dejar de pensar en qué implica “renovar”, que es hacer algo nuevo y que no reproduzca los valores de lo que intentamos dejar atrás. Es una batalla ideológica cultural. O el: “sálvese quien pueda” y “pónganme donde haiga”; o por el contrario:  el “todos velando por todos y todas”, la solidaridad, el “todos en la cama, o todos en el piso”,  la igualdad social.

Un canciller cubano decía que el socialismo “no es repartir lo que sobra, sino compartir lo que se tiene”. Es otra cosa. Cuba hubiera podido vender interferón. En Venezuela se hubieran podido vender las pruebas para el Covid-19 y el Estado hubiera tenido ingresos, pero prevaleció el deber social, derechos y políticas públicas para las mayorías, el pueblo movilizado solidariamente, la disciplina social consciente. Ese sigue siendo el modelo que demostró salva vidas y salva revoluciones. Hacer y ser el cambio revolucionario. Cada quien se construye su perfil. Este personaje reparte mortadela se implotó él mismo, esperemos muy pronto el sistema de valores de la dominación también.

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Óliver Rivas Candidato Lista Libertador por el GPP Simón Bolívar

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