Debate presidencial en Estados Unidos: son feos los dos candidatos

222

Por Félix Roque Rivero

Si algo demostró el primer debate entre el presidente Trump y el candidato Joe Biden, es que son más de lo mismo. Son dos conspicuos representantes de los poderes fácticos que juegan al ritmo del guión que les prepararon a cada uno. Como dice una canción popular de la Orquesta Billo’s, definitivamente «son feos los dos».

El debate, que respondió a una agenda preacordada por los equipos políticos de ambos candidatos, se limitó al abordaje de temas domésticos que solo interesan a los electores estadounidenses, con la única excepción sobre el cambio climático, donde el candidato Biden afirmó que de ganar retornará al Acuerdo de París, del cual Trump se retiró para impulsar su llamado «plan verde», que busca generar aire y agua limpia pero sin afectar a los empresarios y a la gran industria ni importarle mucho la emisión de gases de efecto invernadero. Biden se propone no depender de la energía fósil para el año 2035, auspiciando el desarrollo de los vehículos eléctricos.

El debate fue un show televisivo financiado por patrocinantes privados donde los protagonistas parecieron dos viejas comadronas sacándose los trapitos al sol sin vergüenza ni recato alguno. Un Trump tildado de mafioso y un Biden de senil.

Trump lució como el cowboy texano, grosero y altisonante que se jactó de no pagar impuestos porque la legislación tributaria gringa le permite no hacerlo. Un tipo que amparado en su consigna de imponer «la ley y el orden» protege a los supremacistas blancos en contra de la población afroestadounidense, demostrando su catadura racista. Un individuo que para aplacar las protestas de los afrodescendientes no le temblaría el pulso para enviar a la Guardia Nacional con su alta carga de letalidad ante una población inerte que clama justicia.

Para Trump no es importante la salud de los pobres. Su interés en designar a la nueva jueza de la Suprema Corte es para garantizar los votos en una sentencia que acabe con el llamado «Obama-Care» y entregarle el sistema de salud a la empresa privada. Desde su visión de una economía de mercado y de bajos impuestos a las grandes fortunas, su política de salud es bien clara: el que no tenga seguro médico que se muera. Su irresponsabilidad sin límites queda demostrada en la forma de cómo ha manejado la crisis causada por el Covid-19, donde el saldo de contagiados supera los siete millones y de muertos los 200 mil, mientras él continúa en su política de no cerrar la economía y afirmar que el uso de las mascarillas es un fastidio.

En sus planes económicos, ambos candidatos prevalecen una economía de mercado, neoliberal. Trump la quiere sin altos impuestos, Biden aspira aumentar el impuesto en un 28% a quienes tengan ingresos superiores a 400 mil dólares al año. Ambos atacan ferozmente la presencia comercial de China, y Biden, de manera específica, afirmó que no permitirá interferencias de Putin en los asuntos internos de los Estados Unidos.

El debate mostró a un Biden inseguro, que tartamudeó varias veces y dió muestras de signos de debilidad. Se le vio cansado, como dejando entrever el peso de sus 77 años de edad. Los negocios oscuros de uno de sus hijos en Ucrania, le dejan un lado frágil.

En este debate, donde por la agenda preacordada no se abordó la política internacional, sino que se limitó a temas internos que seguramente interesan al electorado estadounidense, tal vez no permita formular un juicio seguro sobre quién fue el ganador y, menos aún, quien será el residente de la Casa Blanca por los próximos cuatro años. Si Trump ha sido el peor presidente de los Estados Unidos en toda su historia, Biden no está muy lejos de ser el menos idóneo aspirante a ocupar el cargo que una vez ejerciera George Washington. Se trata de dos musiues idénticos con cachimbos diferentes. Dos tipos inconfiables.

__________________________________________________________________

Félix Roque Rivero Abogado

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí