Las sanciones como gobierno global

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Por Jorge Guerrero Veloz

En estos últimos años, estamos viendo una nueva forma política de gobernar. Una que no obedece a la clásica manera de ejercer el poder político. En cualquiera de los países soberanos del mundo, una mayoría bajo reglas y normativas electorales, a través del voto universal y secreto, conquista el poder político y asume el gobierno de su país. Dicha práctica es conocida como “la democracia de las mayorías”. Ahora, resulta que un único Gobierno, imperial, bajo oscuras intenciones de dominio, impone y prescribe a las mayorías, a nivel global, buscando una sola forma de gobierno y de democracia. Por lo cual, todo aquel gobierno de cualquier país que no se someta a los designios de ese gobierno imperial, queda expuesto al gobierno global de las sanciones.

De esta manera, acudimos a la inauguración, en vivo y en directo, de las sanciones como gobierno global, creando un expediente, con un protocolo de acusaciones, que perfilan a un país en las características convenientes para el asalto a sus derechos soberanos.

Si revisamos cuántos países conforman las Naciones Unidas, nos damos cuenta  que una minoría pretende imponer a la mayoría absoluta, bajo pretextos políticos, una sola visión de gobierno y de democracia.

En ese sentido, el Derecho Público Internacional, los  acuerdos, los pactos, los  tratados y convenios establecidos para las buenas relaciones entre los Estados miembros, son quebrantados y quedan a discreción de esa minoría, controlada por el gobierno sancionador. El cual no tiene límites, porque actúa extraterritorialmente, socavando las soberanías de los pueblos, en componenda con los gobernantes lacayos que, en el momento, controlan el poder político en dichos países.

La forma como opera este viejo y novedoso sistema global de gobierno sancionador es un protocolo característico, a través del chantaje político, la extorsión, la presión económica financiera, los bloqueos genocidas, medidas criminales coercitivas unilaterales, y en el caso más extremo, acudiendo a los golpes de Estado, las invasiones militares y guerras fratricidas.

A la llegada del emperador Trump a la Casa «bien» Blanca, se estableció las sanciones como gobierno global. Con el pasar del tiempo, su gobierno ya no discrimina a grandes y pequeños, pues todos los países han quedado expuestos a sufrir las consecuencias de este modelo imperial sancionador. Desde el no permitir, por ejemplo, alianzas entre gobiernos de países soberanos, por el temor de “ser democráticamente sancionados”.  Es decir, estamos en presencia de la democratización de las sanciones. Ejemplos patéticos los estamos viendo en el seno de la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros organismos del sistema multilateral, quienes están cumpliendo al pie de la letra las instrucciones emitidas por el régimen de las sanciones como gobierno global.

El instructivo entregado a los cómplices, países, organizaciones o sujetos, incluye su respectivo “autoproclamado” y, para los efectos, “su gobierno de transición”. Dos factores novedosos tienen las propuestas en curso.

El jefe de las sanciones como gobierno global cuenta con un amplio lobby, en su minoría de gobiernos, en países donde los apoyan. Se dan el lujo de enviar a su Secretario del Departamento de Estado a presionar, chantajear, mentir al mejor estilo de la película “El Padrino”, dejando una estela de desgracias políticas a lo interno de los pueblos soberanos, con el fin único de mantener el control político, económico y  asegurarse del robo y saqueo de los recursos naturales, que es su principal interés en esa concepción fraudulenta, de la defensa por una fulana democracia a restablecer, es decir, aquella que era cómplice del saqueo de dichos recursos, por casi nada, y empobreciendo cada vez más a dicho país, cercándolo para la obtención de créditos a cambio de suscribir un paquete de medidas dictadas por organismos lacayos del imperialismo sancionador y defensor de las  débiles democracias, en su ejercicio sancionador.

Ya nadie se encuentra a salvo de la percusión por las sanciones como gobierno global, ya que si no pueden por “la fuerza de la razón”, con los traidores y apátridas a sus pueblos, como recurso inmediato; entonces pasan a la fase más cruel, perversa y criminal, como son las sanciones terroristas y genocidas.

Para esto, cuentan con una minoría que se cree mayoría, bajo el amparo del modelo de gobierno imperial mencionado; un club de tarifados que fungen como legitimadores de todas esas nefastas prácticas, en detrimento de la democracia, la soberanía y autodeterminación de los pueblos. Lo más increíble es que países con reinas, reyes y príncipes del viejo imperialismo esclavizador, saqueador de pueblos libres, se dejan dominar y someter por un plebeyo sin linaje ni pedigrí, pero amo y señor del gobierno global de las sanciones.   

A estos se les suman los mercenarios, terroristas, asesinos, políticos fracasados y golpistas, sin ningún liderazgo real en los pueblos, quienes utilizan franquicias, como partidos políticos; delincuentes de la peor calaña como líderes democráticos, promotores a lo interno de nuestros pueblos de las nefastas y criminales sanciones. Es decir, este gobierno global sancionador, no tiene escrúpulos a la hora de materializar sus objetivos.

Finalmente, utilizan un sinnúmero de periodistas, también tarifados, medios de comunicación, televisoras, periódicos y las redes sociales en toda su extensión, para repetir y reproducir las infamias sobre los gobiernos que quieren criminalizar. De esta manera, crean el escenario, donde el emperador impone sus macabros planes, bajo el régimen de las sanciones como gobierno global.  

Quedará de nuestra parte, entonces, mantenernos vigilantes y alertas, no permitir la consagración del protocolo de las sanciones como gobierno global, en estos nuevos tiempos de amenazas a los gobiernos y pueblos soberanos, libres e independientes y quebrantar con nuestra voluntad revolucionaria transformadora los brazos imperialistas que quieren recuperarnos bajo su dominio, para acabar con lo que por derecho es nuestro. La paz y la tranquilidad de dirigir nuestros destinos con cabeza y conquistas democráticas propias.            

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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático

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