Por Julieta Paredes
Una de las enseñanzas de mis mayores estaba dirigida a responsabilizarme de lo que hago y lo que digo, “la palabra es lo único que tenemos los pobres”, me decía mi abuela. En un afán de inculcarme esa parte de la herencia de la educación en la oralidad.
La palabra sale de mi boca
esa la boca que aprendió a masticar los sonidos
sonidos con los que lastimaron
los oídos de mis mayores
y los oídos de nosotras y nosotros su continuación
Siglos de estridencias, años de violencias que estremecieron
la piel que guarda
la música de nuestra memoria.
Quisieron se diluya nuestro ser y existencias
en el silencio de las tumbas
Pero desde ahí volvimos
armadas de palabras
Tengo la palabra
mi abuelo me entrenó la lengua
desde niña hice los ejercicios de las 5 vocales
para afilar las consonantes
y plantar nuestros pensamientos de palabras estalladas y glotalizadas.
Hoy tengo los sonidos en la boca
hoy tengo los signos en la mano
escribo en la lucha de pueblos ancestrales
los sonidos del corazón que late de esperanzas
Por eso mi palabra, que es lo único que tengo
promete a mis hijas e hijos
Que no descansaré, hasta acabar con todo tipo de opresiones
y plantar las semillas de la Comunidad de comunidades.
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Julieta Paredes Feminista comunitaria