Colectividad antirracista como motor de cambio social

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Por Colectiva Negrocentricxs

La sociedad en la que vivimos hoy está cimentada en una estructura poderosamente racista; hablamos de estructura porque no se trata de casos aislados, sino de una sistematicidad bien planteada y desarrollada en cada instancia social por pequeña que esta sea. Chile, un país históricamente socializado como blanco, ha estado al servicio de esta estructura por siglos, pero veamos primero a qué nombramos blanquitud o supremacía blanca.

Hay que comprender que la blanquitud no es un sujeto, no señala un individuo, señala una estructura jerárquica de poder, que desde hace más de cinco siglos viene construyendo sobre sólidas bases un sistema que le permite imponerse por encima de quien no acata su orden establecido. Dicho orden es una serie de condiciones preestablecidas y avaladas sistemáticamente tanto por la ciencia como por la religión, el sistema legislativo y la academia, posicionándose como “lo correcto”. Desde esa mirada inquisidora, todo aquel que por el motivo que fuese no cumpla las condiciones para pertenecer a dicho espacio es desplazado al lugar de la otredad, al no-lugar. La estructura supremacista blanca, misma que fundó el esquema de la trata transatlántica de nuestros antepasados, es la misma que determinó a las personas negras como seres sin alma, inferiores, necesitados de salvación y en contraposición se ubicó a sí misma en el lugar de la intelectualidad, la limpieza, la pureza y el orden.

Parece impensable que tantos siglos después la sociedad continúe perpetuando un sistema que crea y sustenta en el tiempo condiciones de exclusión, empobrecimiento, nulo acceso a la educación y justicia, no reconocimiento del aporte afrodescendiente a la sociedad moderna y la discriminación constante de quienes habitamos corporalidades negras de manera sistemática. Es por este motivo que, en contrapeso al discurso hegemónico, hace ya casi dos años un grupo de mujeres afrodescendientes feministas tanto afrochilenas –porque la afrochilenidad existe y resiste a la invisibilización– como migrantes decidimos colectivizarnos para enfrentar la creciente ola fundamentalista en Chile, entendiendo que en el proceso de nombrarse antirracista, de reconocerse mujer negra como sujeta política y con derechos, está el camino a nuestra emancipación de la opresión racista y machista que coarta nuestras existencias; entendiendo también la importancia de verse y reconocerse en la experiencia de la otra, luchando juntas por una sociedad justa y equitativa en la que valga la pena vivir.

Es fundamental ubicar y combatir el racismo como uno de los sustentos vitales del patriarcado, así como lo es el capitalismo; un gran ejemplo de ello fue precisamente la trata transatlántica, una de las primeras grandes manifestaciones del capitalismo caníbal que hasta el día de hoy impera en nuestras sociedades, desde ahí que nuestros cuerpos negros perdieron valor social y fueron convertidos en moneda de cambio comercial para levantar imperios en el norte global. No es un secreto que Abya Yala financió y financia, hasta hoy, el desarrollo europeo y norteamericano a través de la explotación del patrimonio natural y cultural de las comunidades indígenas y afrodescendientes en el continente americano (vale la pena aclarar que América –como es llamado hoy el territorio– es un continente, no un país).

Hasta hoy la comunidad negra resiste, resistimos el racismo cotidiano cuando caminamos en las calles de Chile o cualquier lugar del mundo, resistimos a la folklorización de nuestra cultura y la comercialización de nuestros saberes, resistimos a las leyes o a la falta de ellas, resistimos al patriarcado, resistimos a la opresión supremacista y hegemónica, resistimos porque somos herencia, identidad, cultura y raíces. 

El feminismo es antirracista o no es. 

Bloque Contra Hegemónico en la marcha a favor del aborto y por el día de la mujer afrolatina, afrocaribeña y de la diáspora en Santiago de Chile.
Fuente: Negrocentricxs

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