Por Tony González
El mundo sin dudas cambia de una manera asombrosamente rápida, y no hablamos de los avances tecnológicos que de por sí esperaban este año la llegada avasallante del 5G. La pandemia del Covid-19 acarrea nuevas formas sociales de convivencia y, en algunos casos, el retorno a costumbres o modalidades que al parecer habían caído en desuso.
La publicidad evalúa cómo llegar a sus clientes con esta distinta forma de ver la vida postpandemia. Ya no se pueden sugerir las reuniones en grupos para compartir un producto, los estadios y los lugares de encuentro, cuando el mundo tiene que andar con tapabocas es un dilema, insinuar o sugerir acercamientos entre personas no es bien visto en cualquier población. Tocarse la cara o chuparse los dedos para promocionar productos o cadena de comida rápida o restaurante de cierto nivel, alejaría a los potenciales clientes.
El virtualismo que con frecuencia gran parte de los habitantes del planeta consiguen a través de los celulares, tablas o computadoras, ha pasado a ser una modalidad más frecuente y ahora lejos de los espacios al aire libre. La cuarentena ha aumentado la cantidad de gente que ve el mundo de manera virtual, ahora sí de forma literal en el encierro.
El planeta se prepara para el momento de volver a las calles, las aglomeraciones y encuentros sociales son el tema de común de conversación, el qué vamos a hacer o cómo iremos a las exposiciones, fiestas y hasta a los salones de clases.
La gente espera el momento para salir a la calle, sin correr riesgos de contagios, y volver a ser animales de convivencia social.
Los amantes del cine plantean de manera casi inmediata retornar a los ya desaparecidos autocines. Un espacio que hasta los años 80 se podía encontrar en muchas ciudades del mundo y que está cobrando fuerza, como propuesta para la proyección del séptimo arte.
El autocine, ese lugar al aire libre donde sin bajarte del auto puedes comprar bebidas y comidas para compartir y disfrutar de una película en pantalla gigante con quien quieras.
Los autocines nacieron en la segunda década del siglo pasado, cuando en 1915 empezaba el auge de los automóviles como una novedad de lujo. Su mayor expansión fue en los 60 y 70, que coincidía con la popularidad de los televisores, para quienes podían comprar un tv, así como un auto.
Tal vez esta idea puede aparecer como una moda que vuelve. La cuestión está en que no se sabe cuánto tiempo pasará para que el mundo esté totalmente libre del Covid-19.
Seguramente los museos, galerías y teatros estarán pensando que alternativas pueden tomar para abrir sus puertas o crear una modalidad de autogalería, automuseo o autoteatro.
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Tony González Cineasta