Por Correo del Alba
“Le acaban de dar su cargo, con lo cual Michelle Bachelet, ven aquí, ¡mueve tus nalgas! Y hazte valer con la autoridad que tienes o si no para esto no sirves, ¡fuera!” Hasta escribirlo cuesta, una frase desagradable y falta de respeto a una mujer exmandataria, por decir lo menos, pronunciada o azuzada por una postura ideológica de derecha en la voz de un cantante que ya casi no tiene voz y que hoy traemos devuelta porque ahora sí urge que haga valer su autoridad.
Bachelet, expresidenta de Chile y actual Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, este martes 24 de marzo fue enfática en señalar que deben relajarse las sanciones internacionales impuestas a países como Irán, Venezuela, Cuba, Zimbabwe o Corea del Norte, en el marco de la actual crisis sanitaria global por el coronavirus. «En este momento crucial, por razones de salud pública y para proteger los derechos y las vidas de millones de personas en esos países, las sanciones sectoriales deben ser aliviadas o suspendidas”. «En una pandemia, obstaculizar los esfuerzos médicos en un país aumenta el riesgo para todos los demás”, añadió, según consta en la nota oficial, donde demanda especial flexibilidad para el envío de equipamiento médico a esas naciones.
En el caso de Venezuela, el bloqueo se configura en forma de sanciones internacionales (impuestas por EE.UU. y la Unión Europea) que asedian su economía.
El bloqueo financiero contra la nación bolivariana comenzó con la Orden Ejecutiva del 9 de mayo de 2015, firmada por el expresidente de EE.UU., Barack Obama. Se trató de la ampliación de las sanciones económicas emitidas por el Congreso de ese país, del 10 de diciembre de 2014, contra el Gobierno chavista y el conjunto de la población. La Orden fue prorrogada en los siguientes años por Obama y su sucesor republicano, Donald Trump, hasta acumular un conjunto de prohibiciones al sistema financiero y económico venezolano.
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, en su oportunidad dio a conocer que las pérdidas financieras para el Estado, producto de la calificación de riesgo y la imposibilidad de mover los títulos del país, ascendían a 1.4 billones de dólares. Con el levantamiento de las medidas que atentan contra los DD.HH. en Venezuela y los otros países, podrían atender la crisis por el coronavirus sin tener que pasar por momentos angustiantes para su población.
Venezuela depende de sus importaciones de alimentos, medicinas y maquinaria para su producción interna. A su vez, las importaciones dependen de los recursos por la venta de petróleo, que también es restringido por el bloqueo estadounidense. Venezuela no puede vender su petróleo, porque los compradores podrían ser sancionados. De hecho, las presiones de la Casa Blanca contra la India inhibieron que se duplicaran los despachos de crudo a la nación asiática.
«El canciller venezolano, Jorge Arreaza, en su oportunidad dio a conocer que las pérdidas financieras para el Estado, producto de la calificación de riesgo y la imposibilidad de mover los títulos del país, ascendían a 1.4 billones de dólares»
Las sanciones impiden importar medicinas que no se hacen en el país o la materia prima para producirla. Recordemos que anteriormente se congeló un cargamento con más de 300 mil dosis de insulina, que el laboratorio BSN Medical bloqueó, por orden del Gobierno colombiano, un paquete de Primaquina, medicina para el tratamiento de la malaria, que había sido comprado por Venezuela. En 2018, el presidente de la Comisión del Poder Público de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Pedro Carreño, indicó que 39 millones de dólares, destinados para la compra de alimentos y medicinas, fueron devueltos por el sistema financiero internacional a Venezuela
Los bloqueos a las transacciones venezolanas para la compra de medicinas ocurren día a día, pero la mayoría no salen a la luz pública.
Las sanciones también impiden importar alimentos e incluso desarrollar la industria agroalimentaria, ante el bloqueo para adquirir nuevos insumos y equipos.
Un ejemplo de esto ha sido el bloqueo naviero para el ingreso de los alimentos distribuidos por los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un sistema de organización popular para llevar bolsas de comida casa por casa.
El 19 de mayo de 2019, el secretario general de los CLAP, Freddy Bernal, informó que el Gobierno de EE.UU. sancionó a 10 de las 12 empresas navieras que trasladaban alimentos a Venezuela, para los CLAP. Aunado a esto, no se puede pagar directamente en dólares a México por los alimentos y las transacciones deben hacerse a través de un tercer país. Como resultado, el intercambio comercial pasó de tardar 20 días a 60.
Anteriormente, en 2016, Bernal había denunciado que bancos congelaron el pago en moneda extranjera a proveedores internacionales para impedir el ingreso de barcos contenedores de alimentos. Una táctica que se sigue repitiendo y amenaza con empeorar.
Y lo último ha sido el rechazo del préstamo solicitado al Fondo Monetario Internacional (FMI) por 5 millones de dólares. Al final el único que parece no hacer diferencias y se expande como reguero es el coronavirus, la historia no absolverá a los malditos que aun en momentos de esta grave situación internacional siguen haciendo sufrir y sacrificando a pueblos en el mundo.
Esperamos que las palabras de Michelle Bachelet –aunque sea por los motivos que ponen en riesgo a otros y otras, más allá del pueblo venezolano– sean escuchadas y se ponga en marcha la reversión de estas medidas inhumanas que hoy más que nunca devienen en infamia para la humanidad.
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Correo del Alba Con información de Telesur