Por Correo del Alba
Sin pretender ser alarmistas, al observar la realidad, sin velos ni exacerbaciones, todo parece indicar que la economía estaría entrando en una nueva etapa recesiva, según voces expertas del capitalismo mundial.
Como sustantivo, «recesión» es la acción de retroceder, mientras que la ciencia económica le define como la disminución de la producción, la actividad industrial y comercial que provoca un descenso en todos los ámbitos de la economía, es decir, retrocedemos respecto a lo que nos hicieron creer haber avanzado.
Según el execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kenneth Rogoff, el coronavirus afectará a la población más allá de la salud, en tanto ya está produciendo «un caos total en los mercados mundiales, precios de los commodities desplomados y millones de personas sin poder movilizarse; no solo está afectando a industrias del sector turismo, sino que también puede dañar a las partes sanas de la economía, porque la demanda ha caído demasiado”.
Asimismo, la exjefa del mentado órgano financiero y actual jefa del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, el lunes pasado declaró que el mundo vive un «escenario que recordará a muchos de nosotros la gran crisis financiera de 2008», sin embargo, dio una «luz de esperanza» al indicar que «si las autoridades dan una respuesta adecuada, el impacto podría ser solo temporal».
Ayer, martes 17 de marzo, esa «respuesta adecuada» llegó con la subasta ilimitada de liquidez, a un plazo de tres meses, que lanzó el BCE. La banca europea ya solicitó recursos por 109 mil 130 millones de euros; la mayor petición de liquidez a tres meses, desde junio de 2011, en lo que a ojos de muchos serían los primeros compases de la crisis de deuda soberana de la eurozona.
Evitar que el fuego surja para no tener que apagarlo después –lo que siempre cuesta más–, recomendaba Fidel Castro en 1998, en plena crisis económica mundial, a tiempo de agregar: «Pueden frenar, prolongar la llegada de una crisis muy seria; pero mientras no se elaboren y se apliquen otros conceptos que puedan realmente garantizar el bienestar general y la propia supervivencia de la especie humana, tenemos la más firme convicción de que los mismos problemas volverán a resurgir y cada vez más graves». Lamentablemente no se equivocó, al menos así lo evidencian las crisis de 2001, 2008 y 2020, por citar las más graves.
Han pasado más de veinte años y todo sigue igual o peor, porque, parafraseando a Fidel, se continúa apostando a la ruleta rusa en el gran casino de la economía mundial y los que pagan las consecuencias siempre son las poblaciones más pobres, por la falta de trabajo, el aumento del precio de los alimentos, las deudas, los remates de vivienda y la precaria situación del sistema de salud público que dejó al descubierto el temido coronavirus.