Feminismo en Bolivia: ¿de dónde viene y dónde está?

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Por Anahí Alurralde Molina

Porque fueron, somos. Porque somos, serán. Inicio con esta premisa, porque hablar de feminismo implica hablar de una lucha internacionalista; estimula a rememorar las batallas de cientos de mujeres en todo el mundo, incita a rebuscar en la genealogía de la teoría feminista y requiere recordar que estamos aquí reconociéndonos feministas por todas las que lo hicieron en su época y que las que vendrán lo harán porque nosotras lo estamos haciendo aquí y ahora.

En este escrito se abordará el feminismo en Bolivia en el contexto actual, sin embargo, la autora precisa hacer dos anotaciones fundamentales antes de iniciar: primero, afirmando que el feminismo es múltiple, me referiré a «feminismo en Bolivia», en singular, apuntando a todas las corrientes ideológicas que han manifestado su adscripción a esta filosofía o se han enmarcado dentro de los principios feministas; segundo, las ideas o posibles hipótesis que aquí se viertan no pretenden constituirse en una verdad absoluta. Todo lo que se expondrá son percepciones personales que no representan a nadie excepto a quien escribe.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Para hablar de feminismo en Bolivia en el contexto actual es preciso voltear la mirada hacia atrás y apuntar los principales hitos del feminismo en nuestro territorio.

¿Cuándo nace el feminismo en Bolivia? Es la pregunta que a muchas nos ha inquietado e interpelado en seguidas ocasiones y son pocas en las que hemos logrado darle respuesta, quizá por la complejidad que conlleva. Podemos apuntar que la lucha feminista «inicia» con la participación de indígenas y mestizas en las rebeliones contra la Colonia, ya que hay indicios de que su participación estuvo estimulada no solo por razones de índole étnica, sino también de género. Sin embargo, estas mujeres no han sido incorporadas en la historia oficial del feminismo como parte de un movimiento, sino meramente como personajes individuales, entre ellas podemos citar a Gregoria Apaza, Bartolina Sisa y Juana Azurduy.

Avanzando un poco más, nos encontramos con la Convención de 1929, convocada por el Ateneo Femenino; organización que fue una de las más destacadas entre las varias agrupaciones de mujeres creadas en los años 20 y 30 del siglo XX. Menciono a dicha Convención porque en ella surgió y se expuso una de las problemáticas más álgidas del feminismo en Bolivia: dos interpretaciones del feminismo, una más adscrita a la lucha feminista desde la teoría y otra a las demandas obreras de clase y étnicas.

«Podemos apuntar que la lucha feminista ‘inicia’ con la participación de indígenas y mestizas en las rebeliones contra la Colonia»

Años más tarde, esta primera disputa quedó adormecida porque las mujeres y las organizaciones de mujeres ya existentes fueron parte de la lucha ideológica del nacionalismo y de la corriente marxista. En los años de dictadura militar, las mujeres estuvieron en las trincheras de izquierda resistiendo; fueron torturadas, exiliadas y unas cuantas asesinadas. Empero cuando se recuperó la democracia oficialmente, las mujeres se dispersaron, algunas volvieron a casa, otras permanecieron en las filas académicas o en las filas políticas partidarias, mientras tanto la cooptación internacional con la temática de empoderamiento e igualdad de género fue inminente. Se crearon diferentes plataformas, todas con la consigna de lucha por los derechos de las mujeres, muy pocas con horizontes filosóficos e ideológicos que respondan a los principios feministas.

Para ir cerrando este primer acápite es necesario mencionar la irrupción de Mujeres Creando, movimiento que nace en los 90 con ideas feministas anarquistas y un discurso de interpelación a lo que ellas llamaban y aún llaman «la tecnocracia de género». Tal irrupción va a significar una tensión permanente a partir de los años 2000,  entre lo que se denominó como feminismo autónomo, a la cabeza de Mujeres Creando y la Asamblea Feminista Comunitaria, y el feminismo institucional con representación de las mujeres en las diversas organizaciones no gubernamentales.

2016, ¿punto de inflexión en el feminismo?

En este segundo acápite voy a tratar la época más reciente del feminismo en Bolivia, sin embargo, no puedo hacerlo sin mencionar los hitos de la región, que sin duda marcaron puntos de inflexión en la lucha feminista de nuestro territorio. 

Ante las arremetidas de violencia recrudecida en Argentina, el 2015 surge la consigna de lucha: #NiUnaMenos, que ha sido el eje movilizador de mujeres de todas las edades para denunciar y combatir la violencia machista en todo el territorio argentino. En Bolivia también pasó, de una manera algo peculiar, pero pasó.

«Ese es el principal reto del movimiento feminista en el país, repensar permanentemente en definirse y redefinirse las veces que sean necesarias»

En 2016 la ola de feminicidios naturalizados provoca a un grupo de mujeres a posicionar la consigna del #NiUnaMenos en La Paz; se inicia en redes sociales para instar a la gente a expresar pública y abiertamente su repudio contra la violencia hacia las mujeres. La respuesta fue a nivel nacional, por lo que se pasó del encuentro en las pantallas al encuentro en las calles. En asambleas callejeras se empezaron a deliberar los mecanismos de acción para enfrentar la violencia y la indiferencia colectiva. La primera tarea: tomar las calles, ¿cuándo? El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y es en este proceso que surge una nueva tensión dentro del feminismo, el #NiUnaMenos empezaba a ser visto con sospecha y a ser vilipendiado con diversas denuncias, unas lo tildaban de oficialista, otras de un apéndice de las ONG y hubo quienes fueron más lejos y decían que respondían a intereses patronales. Esta tensión entre quienes conformaron el #NiUnaMenos y colectivas o plataformas independientes o autónomas críticas a él, posibilitó un encontronazo donde se discutieron diferencias y puntos comunes.  En este contexto de desencuentros y encuentros empieza a germinar una articulación feminista con una agenda que respondía a las demandas nacionales, pero que también iba hermanada con reivindicaciones regionales. Dentro de esta articulación existen diversos grupos feministas, desde los marxistas, pasando por los ecofeministas y antiespecistas, hasta grupos más identificados con el feminismo de la diferencia o de la igualdad y aquellas que prefieren denominarse independientes. Ante esta pluralidad, la premisa de las acciones llevadas a cabo ha sido: “Diversas, pero no dispersas”.

Actualmente, ¿cuáles son las demandas comunes y permanentes? 

Sin duda, entre la diversidad mencionada existen demandas vigentes que van a continuar articulando un embrionario pero existente movimiento feminista en Bolivia, y me atrevo a afirmar que estas demandas son:

  1. Exigir aborto libre, seguro y gratuito;
  2. Luchar contra los feminicidios y la violencia machista;
  3. Denunciar la alianza criminal entre patriarcado y capitalismo.

Evidentemente existe una agenda más amplia y con propuestas específicas, aunque considero que solo las tres mencionadas son las que posibilitan una aglutinación real y sólida; muestra de ello han sido las movilizaciones en apoyo a la lucha argentina por el #AbortoLegal, donde se han tomado las calles en las principales ciudades del país para denunciar que los abortos clandestinos son expresión de la violencia patriarcal. Asimismo, las movilizaciones del 8 de marzo y del 25 de noviembre denuncian, por un lado, que la doble y triple jornada laboral de las mujeres es una expresión de la violencia patriarcal y capitalista, y por otro, que los feminicidios de mujeres y las violaciones a niñas/os son una expresión de la violencia machista enardecida.

Finalmente, a modo de cierre, voy a citar a Victoria Sau: “Atareadas en hacer feminismo, las mujeres feministas no se han preocupado demasiado en definirlo”. Cierro con esta reflexión, porque considero que ese es el principal reto del movimiento feminista en el país, repensar permanentemente en definirse y redefinirse las veces que sean necesarias para no dispersarse y perder el horizonte verdadero, que es crear sentido común feminista.

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Anahí Alurralde Molina Politóloga y escritora feminista

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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