Samper: “La ciudadanía es lo que nos hace fuertes a los latinoamericanos”

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Por Correo del Alba

«He venido a Bolivia, país que tiene la presidencia pro tempore de Unasur, para estudiar con la Cancillería y los equipos de Gobierno algunas propuestas que permitan reactivar los esfuerzos de integración que existen a distintos niveles”. Con estas palabras se presentó recientemente en la ciudad de La Paz el expresidente colombiano y exsecretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, quien conversó con Correo del Alba acerca de los desafíos políticos y económicos de América Latina y el Caribe en el siglo XXI.  

América: continente de paz

Como preámbulo ineludible, Ernesto Samper se toma un tiempo para referirse al proceso que dio origen a la Unasur, institución –a su juicio– clave en la última década: “Unasur nació como un escenario político, no ideológico, alrededor de estos conceptos fundamentales: la paz, la democracia y los derechos humanos. ¿Por qué la paz? Porque en un mundo azotado por conflictos étnicos, religiosos y otros propios de la Guerra Fría, no deja de ser una magnífica noticia que haya una región que se atreva a decir que su vocación es preservar la paz. Por eso hemos renunciado a las armas nucleares; hemos quitado de la región las bases militares extranjeras; resistimos a cualquier forma de intervención militar que perturbe esta vocación de ser un continente de trabajo de paz y para la paz”.

Para continuar con los aspectos fundacionales de corte político, el entrevistado apunta: “El segundo elemento es la democracia. ¿Cuántos de los jóvenes se acuerdan de que hace 40 o 50 años toda la región estaba en manos de dictaduras militares? ¿O cuánto trabajo y sufrimiento nos costó comenzar a establecer unas incipientes democracias en todos estos países? En la última década la región ha vivido más de cien procesos electorales, los que en su mayoría han tenido una misión y el acompañamiento de Unasur, que ha verificado la legitimidad de los resultados. Y eso es indiscutiblemente valorable”.

Alrededor del tercer y último elemento inspirador de Unasur, el exsecretario general del organismo afirma: “Finalmente está el tema de los DD.HH., pero no los relacionados con la visión estrecha de los derechos políticos –que es lo que le interesa a Washington–, sino tratados en una concepción amplia que incluye las distintas generaciones de DD.HH.: los derechos humanos universales, que contienen los derechos sociales, económicos, ambientales; pero además toda una nueva generación de derechos, tales como los que preservan la identidad genética, los derechos de la biodiversidad, informáticos, es decir, todo lo que podría destruir al mundo. Esto es parte del catálogo de derechos que defiende Unasur, razón por la cual resulta inexplicable que hayan países que aleguen diferencias ideológicas y se atrevan a dudar del papel que ha cumplido la institución”.

«La gran tragedia de la región es que vivimos de lo que producimos debajo o encima de la tierra, pero no le agregamos valor»

Desafíos económicos y políticos de las naciones suramericanas

Acerca de las funciones desempeñadas por Unasur, Samper es claro en señalar la importancia de las múltiples tareas que cumple, mismas que estima, a modo de autocrítica, no han sido comunicadas de manera eficiente: “La gente piensa que Unasur es simplemente el problema de Venezuela o el de Brasil, y en realidad va mucho más allá de eso. Unasur tiene una agenda social que pretende reducir la maldita condición que tiene América Latina, no la de ser la región más pobre del planeta, pero sí la más desigual. Esto porque la gran tragedia de la región es que vivimos de lo que producimos debajo o encima de la tierra, pero no le agregamos valor. El mundo actual no está dividido entre los que tienen y los que no, sino entre los que saben y los que no saben, y nosotros no estamos en el mundo de los que saben. Nos hace falta ciencia y tecnología, condiciones que nos permiten competitividad, porque en el mundo de los que obtienen las mayores ganancias no son los que producen, sino los que venden. La agenda de Unasur en materia de competitividad tiene por finalidad agregar valor a lo que tenemos, a través de cadenas sociales de valor de emprendimientos productivos”.

En cuanto a los desafíos políticos, el entrevistado se explaya alrededor de la agenda de Unasur para la materia: “La agenda política se enfoca en la participación. Esta región es de paz porque nosotros, a diferencia del Norte, sufrimos de alguna manera al integrarnos –en algunos casos con grandes costos–, aunque dentro de los elementos que nos permitieron manejar las diferencias sociales está el crecimiento de los movimientos sociales, quienes son la gasolina de la actividad política en Suramérica. Por ejemplo, en Cochabamba nacieron los primeros movimientos sociales por el agua, como lo fueron los mineros en Chile o los piqueteros en la Argentina. Y es que a través de estos reclamos no hemos tenido que matarnos a tiros por nuestras diferencias, sino que las hemos podido canalizar por medio de estos movimientos”.

«No podemos seguir trabajando con tantos mecanismos subregionales de integración»

Caso venezolano

El exmandatario es categórico a la hora de brindar su opinión de la contingencia en el país caribeño, así como las eventuales vías de solución del conflicto: “Hay unos que quieren la salida del presidente Maduro y hay otros que queremos que Venezuela salga adelante. Esa es la pequeña gran diferencia. Los primeros han escogido el camino de la tensión, la violencia y de la guerra, plantean un conflicto armado para que eso dé al traste con el Gobierno. Lo segundos pensamos que la salida lógica para la crisis, la que debería buscar un organismo como Unasur –si estuviera actuando–, debe darse a través de una negociación. Esa salida, con la cual coinciden Naciones Unidas, la Unión Europea, parte del Grupo de Montevideo y el papa Francisco, debe ser justa y pacífica, y ahí hallamos entonces una alternativa que para nosotros es muy importante como colombianos, porque si en Venezuela continúa la presión como hasta ahora, terminaremos viviendo una guerra civil y un enfrentamiento entre hermanos –que puede repercutir en la  frontera–, una guerra impensable hasta hace diez años –entre Colombia y Venezuela–; por eso votamos abiertamente por una negociación, porque es el único camino sensato y democrático que puede llevar a una salida”.

Antes de despedirse, Samper comparte su receta para seguir adelante con un modelo que consienta una integración regional acorde con los nuevos tiempos: “Tenemos que mirar hacia adelante, reconstruir la integración, y para eso creo que hay dos palabras fundamentales: la primera, convergencia; y la segunda, ciudadanía. ¿Por qué convergencia? Porque no podemos seguir trabajando con tantos mecanismos subregionales de integración. Hay al menos 10 mecanismos subregionales de integración:  Unasur, Mercosur, la Comunidad Andina, el ALBA-TCO, el Pacto Amazónico, la Alianza del Pacífico, los Estados del Caribe, el Caricom, el Sistema de Integración del Sipca, la Cepal, entre otros. Por eso cualquier propuesta actual debe preguntarse porqué no convergemos. De este modo, con una matriz de convergencia, podremos encontrar qué une a los 10 mecanismos y qué nos distancia esencialmente; como también qué cosas cada organismo pudiera trabajar de forma independiente”.

¿En cuánto a la ciudadanía? El entrevistado no tarda en indicar: “La ciudadanía es lo que nos hace fuertes a los latinoamericanos. En Europa hay 32 nacionalidades y un proceso de integración; aquí tenemos una sola nación y 10 sistemas de integración. Hablamos la misma lengua, tenemos las mismas raíces, entre otros elementos. En una reciente encuesta que se hizo en Unasur, cuando se les preguntó a los suramericanos dónde quisieran vivir que no fuera su país de origen, el 74% de los encuestados respondió que en otro país de Suramérica. Es una realidad el que la gente no se quiere ir porque Suramérica es una casa grande donde las personas sienten que nos entendemos bien entre nosotros mismos”.

PERFIL

Ernesto Samper

Nació en Bogotá el 3 de agosto de 1950. Se licenció como abogado y economista en la Pontificia Universidad Javeriana, cuna de los más influyentes personajes de la élite colombiana.

Desde temprana edad militó en el Partido Liberal Colombiano. Entre 1982 y 1984 fue diputado por el distrito de Cundinamarca, siendo posteriormente senador entre 1986 y 1990.

Entre 1991 y 1993 se desempeñó como embajador de Colombia en España. Y en las elecciones de mayo de 1994, derrotó a Andrés Pastrana, ejerciendo la primera magistratura en el país cafetero entre el 7 de agosto de 1994 y el 7 de agosto de 1998.

En julio de 2014 fue elegido Secretario General de Unasur, cargo que ostentó hasta el 31 de enero de 2017.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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