Una vez conocidos los resultados de las Elecciones Generales en primera y segunda vuelta, después de la sorpresa de la primera vuelta –donde emerge el «voto Lara»– las sorpresas se disiparon para la segunda, obviamente, pues más allá de que fue el mismo Lara el que restó votos, el aporte de Juan Pablo contra Tuto pudo más. Sin embargo, la sorpresa es la cantidad de gente masista que se atribuye la victoria ya que ni siquiera Evo Morales se salvó de eso, aunque lo hace en tono advertencia… aunque detrás está el reconocer que su voto duro se fue a la derecha, lo que debe ser duro también (redundancia más que justificada).
Más allá de eso, que podría diluirse en subjetividades a favor o en contra, o de cómo llegamos a esta situación, creo que hay que empezar a prepararse para lo que se nos propone como futuro inmediato.
Debemos preocuparnos del por qué a Trump le dio lo mismo Tuto que Paz. En realidad, para la segunda vuelta no hubo una preferencia visible, como lo hubo para la primera que Doria Medina estaba como ficha del empresariado de afuera, mientras Tuto tenía relación por la vía más institucional del Estado gringo.
No podemos negar que Bolivia está atravesando un tremendo bajón en su economía que, justamente, empezó a advertirse desde 2019, pero que se camufló en una crisis política de la que Evo aparentemente no fue debidamente advertido. Esta crisis, dependiendo del cristal con que se la analice, es atribuible a varios factores: 1) El empresariado privado nacional no está devolviendo divisas que el sistema financiero le entrega para producir lo que exportan, es decir, invierten en producción –con muchos costos subvencionados–, esa producción la exportan y lo que reciben de esa exportación se queda fuera del sistema financiero al que debería retornar en dólares; 2) La Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) no aprobó de manera oportuna los créditos ya contratados por el Ejecutivo, dinero que podía generar circulación de divisas no solamente para cubrir la deuda que se tiene desde hace años, sino para cubrir otros gastos como la compra de gasolina y diésel; 3) La especulación en los precios al consumidor, precisamente ocasionados con la excusa de falta de combustibles y que, en muchos casos, no tenían esa probable causa. Todo este escenario generó que en la cabeza de la gente empiece a calar la idea de crisis, claro, si el único que salió perdiendo con todo esto es precisamente el pueblo trabajador, el que vive de lo que genera en el día o aquel que siente que su salario ya no cubre las necesidades no solo básicas, sino aquellas típicas de una clase media consumista.
Algo que debemos conocer todas y todos del por qué la actitud tan abierta de Trump, además de la cálida felicitación al binomio ganador, es que los Estados Unidos tienen la mayor deuda externa en todo el mundo, su famosa economía capitalista está a punto de la catástrofe y se arrastra desde hace bastante tiempo. Según datos del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda de los Estados Unidos, al 20 de octubre de 2025, es de más de 30.62 billones de dólares, el 123% de su Producto Interno Bruto (PIB), es decir, debe más de lo que genera para pagar, escenario propio de una economía capitalista de consumo vía endeudamiento.
Otro dato importante, que hace que muchas actitudes del país del Norte tengan explicación, es el déficit comercial que mantiene con China: en 2024 mientras que los Estados Unidos recibieron de China 382 mil millones de dólares, China recibió de los Estados Unidos 526 mil millones de dólares, es decir, estos compran casi el doble de lo que le vende a aquellos. Pero, además, China presta a los Estados Unidos aproximadamente 80 mil millones de dólares por año, lo que ha llevado al país asiático a reducir de manera considerable la tenencia de bonos del Tesoro Estadounidense, porque ya no le son confiables, y ha volcado su mirada a las bolsas europeas.
Por lo tanto, no es de extrañarse que Trump «salve» a Milei con 20 mil millones de dólares a cambio de que rompa relaciones con China, pero, de paso, le permita explotar el litio de su país; como tampoco es extraño que ahora esté felicitando al ganador de las elecciones en nuestro país y ofreciendo apoyo para que salgamos de la «crisis». Éstas, entre otras acciones contra los países del Sur, solo son un intento más de salir de su propia catástrofe económica, ya que el negocio de la guerra no ayudó para nada esta vez.
Por otro lado, unos datos más para que sepamos que la «crisis económica» en Bolivia no es tal o que está dirigida solamente contra quienes debían votar en las Elecciones Generales:
- La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) informó que, a julio de 2025, el sistema financiero alcanzó un récord histórico en el número de cuentas bancarias, con un incremento de 1.6 millones, en un período de 12 meses;
- El Ministerio de Economía brindaba la siguiente información: el sistema financiero boliviano, es decir los bancos nacionales, alcanzó utilidades de bs dos mil 670 millones en 2024, un crecimiento del 29.5% respecto a 2020; mientras que, a junio de 2025, la cartera bruta del sistema financiero superó los 33 mil millones de dólares;
- Entre 2021 y 2024 el valor promedio de las exportaciones superó los 11 mil 100 millones de dólares, es decir, los empresarios exportadores ganaron más plata cada año de gestión, pero esa plata no retornó al país;
- El monto desembolsado de los créditos SIBolivia llegó a bs mil 916 millones al 30 de junio de 2025, crédito creado por el Gobierno Nacional para beneficio de las y los empresarios bolivianos que sustituían importaciones, es decir, que producían para el mercado interno o la exportación, y ya sabemos qué pasó con el dinero de lo exportado.
En resumen, nos hicieron creer que la economía estaba en crisis, pero como se demuestra con algunos datos no fue la economía de todas y todos la que sufrió ya que algunos incluso (como los bancos) se beneficiaron. Las y los empresarios exportadores son lo que más ganaron con la «crisis» del pueblo e hicieron aumentar precios de la canasta familiar mientras se siguen beneficiando de precios subsidiados. La tasa de desempleo no creció, pero el poder adquisitivo de los salarios disminuyó.
Ante esto, ¿qué país está en verdadera crisis económica? ¿Qué país necesita más de nuestros recursos para poder salir de su crisis? ¿Nos conviene romper relaciones con China? Estas son algunas de las preguntas que, en nombre de la soberanía nacional, debemos responder con seriedad y que el nuevo gobernante no esté pensando que ganar las elecciones le da el derecho a desfalcar, expropiar, privatizar o hacer la «milei» a costa de la economía del pueblo.
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Verónica Navia Boliviana, exministra del Trabajo, Empleo y Previsión Social







