Sobre ascuas

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Bolivia se encuentra en la incertidumbre ante las próximas elecciones. El 13 de mayo declinó a su postulación el presidente Luis Arce Catacora, así toda una estrategia para su reelección, se diluyó. Por otra parte, casi de manera simultánea, se anunció que el Tribunal Constitucional prohibía la relección de Evo Morales Ayma.

La gestión de Evo se quedó en  la memoria del pueblo: con el crecimiento del 247% del producto interno bruto y de las exportaciones de cinco mil a 13 mil  millones de dólares; se redujo la pobreza, se protegió a los sectores vulnerables, se modernizó las vías de comunicación terrestres, aéreas y satelitales. Se amplió la cadena productiva tanto estatal como privada, se dotó de servicios básicos: luz, agua, alcantarillado, gas domiciliario; se universalizó los servicios de salud, educación y deportivo, se emprendieron proyectos estratégicos: la planta de urea y amoniaco, la industrialización del litio y la explotación del fierro de Mutún, un yacimiento de clase universal: son todas verdades irrebatibles. La igualdad ciudadana ha tenido grandes avances.

Este fenómeno fue gracias, en parte, a la nacionalización de los hidrocarburos, que permitió disponer de tres mil millones de dólares anuales; a esto debemos sumar el endeudamiento interno y externo, permitido por la solvencia económica. Sin embargo, se descuidó proteger a la gallina de los huevos de oro. No se dio la transformación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) como empresa productiva y moderna, ya que no salió de su rol rentista, dejando vigentes los contratos con las transnacionales y ampliándolos, mientras esta se dedicaba a la exploración en campos nuevos; en esta labor se invirtieron tres mil  millones de dólares, con pocos resultados. El caso de YPFB no fue el único, por lo que se imponía la necesidad de la Ley de Empresas Públicas para establecer roles y obligaciones y hacerlas eficientes; fue promulgada en 2013, pero nunca se aplicó.

El crecimiento del sector privado, formal e informal, se fue acelerando en áreas de exportación primaria, agropecuaria y minería, llegando a superar al sector estatal en franca decadencia; fue alentado por la ampliación de mercados y la liberalidad de disponer de las divisas generadas, mientras el Estado asumía las obligaciones de proveer insumos importados, como combustibles, medicinas y alimentos. Se olvidaron de la integralidad de la economía para volver al capitalismo de Estado, transfiriendo los recursos estatales a la burguesía. La fuga de divisas es la causa inmediata de la crisis económica.

Por otro lado, en el campo político, los cambios no trascendieron, manteniendo el régimen republicano de “un ciudadano, un voto”, relegando la voluntad colectiva expresada en sindicatos y comunidades, que fue, en última instancia, la que recuperó la democracia para el pueblo en 1982, 2006 y 2020. Es por ello por lo que la disputa por la titularidad de la presidencia se da entre los partidos políticos. El MAS-IPSP, sin embargo, no es un partido político, sino un instrumento electoral de las organizaciones sociales, en particular las campesinas; su rol es marginal, están divididas y sin capacidad propositiva.

Los resultados de las elecciones de 2020 crearon la ilusión de un nuevo liderazgo en el proceso de cambio; sin embargo, el deseo de consolidar este nuevo liderazgo provocó una desinstitucionalización a partir de disposiciones del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP): la Asamblea Legislativa Plurinacional ya no puede interpelar y censurar a los ministros; se ordenó reconocer a una directiva del MAS-IPSP cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) la calificó de ilegal; los jueces del TCP se autoprorrogaron en su mandato, quitando legalidad al conjunto de sus acciones; ordenaron unas elecciones judiciales parciales, excluyendo precisamente sus cargos del veredicto popular. Hoy mismo modifican la Constitución para que nadie pueda ejercer la presidencia por más de dos períodos, en contra de lo que señala el artículo 168: “El período del mandato de la Presidenta o del Presidente, de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”, así de claro. Por su parte, el Presidente destituye a una vocal del TSE, sin proceso; toda una ingeniería para concentrar el poder.

Sobre este panorama, se avecinan las elecciones. La derecha tiene una sola propuesta: “no más MAS, que vuelva la República y el neoliberalismo”, sin reconocer los cambios de los últimos 20 años; la mala gestión del gobierno y la proscripción de Evo alientan sus esperanzas. El debilitamiento y la división de las organizaciones sociales, que debieran dirigir el Instrumento Político, han llevado a que en este momento haya tres candidatos del bloque popular: Lucho Arce, que, después de su renuncia, alienta que las bases lo confirmen; el joven presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, y Evo Morales.

En esta encrucijada, el panorama está claro: Arce no tiene mayor esperanza; su mala gestión lo condena, así vaya con la sigla del MAS-IPSP. Andrónico aspira a la herencia sin que haya muerto el padre; Evo las tiene todas en contra, pero su fortaleza sigue siendo el recuerdo grabado en la gente y su identidad cultural con él, así se camina al borde del precipicio. El movimiento es continuo, la dinámica acelerada, la creatividad se impone. ¡Vaya sorpresas que nos esperan!

La esperanza está latente, como para empezar de nuevo.

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José Pimentel Boliviano, exministro de Minería y Metalurgia

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