EDITORIAL │ Fidel

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Por Correo del Alba

A cuatro años del fallecimiento de Fidel Castro Ruz, aquel 25 de noviembre de 2016, en el que las banderas de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) flamearon a media asta en luto por el líder histórico de la Revolución cubana, lejos de cualquier exageración es justo destacar que con él se alimentaron las ideas de un mundo mejor, inclusivo y solidario, en el cual las y los militantes de la izquierda del planeta pudieron encontrar un referente alternativo al capitalismo y desde sus espacios proponer transformaciones profundas.

Fidel nació en el seno de una familia campesina en la provincia de Holguín, el 13 de agosto de 1926, su formación la realizó en colegios católicos, se graduó como bachiller en letras y muy joven culminó sus estudios en la carrera de Derecho, años de estudiante en los que empezó también la rebeldía y la militancia política en la Universidad de La Habana, donde se convirtió en un internacionalista al participar activamente en grupos de apoyo a la independencia de Puerto Rico, en misiones militares por la liberación de República Dominicana contra la dictadura de Trujillo, en el “Bogotazo” de Colombia tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, mientras que en su país intentó junto a un grupo de compañeros el mítico asalto a los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo y Moncada en Santiago de Cuba, con el fin de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, hecho que dio un vuelco en la historia personal del líder y en las memorias de una nación que hasta hoy recuerda el Moncada como uno de los antecedentes claves que daría pie a la Revolución, hecho por el que fue enjuiciado y condenado a 15 años de prisión, en la que estuvo un par de años, siendo liberado gracias a las protestas populares que se armaron en su defensa.

El derrocamiento de Batista y la consolidación del proceso cubano no fue fácil, durante la lucha armada se hicieron grandes sacrificios y, en adelante, ante el éxito que auguraba, la nueva Cuba fue atacada incesantemente por los poderes imperialistas que hasta hoy no admiten que exista una alternativa al modelo capitalista; el bloqueo como herramienta de la guerra para truncar ese resurgimiento fue la táctica más efectiva en la cual descansó Estados Unidos, que actualmente acude a esa misma estrategia para tratar de reducir a los países que intentan cambiar sus rumbos hacia proyectos más sociales.

No fueron solo sueños los planteamientos ideológicos que traía consigo Fidel Castro, esas políticas se materializaron y son parte del hito con el que creció la Revolución. Recordar a Fidel es acordarse de los logros del socialismo cubano, por ejemplo, del exitoso sistema para erradicar el analfabetismo en aquella campaña educativa de 1961, replicadas años más tardes por el ALBA en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, entre otros países.

Pensar la educación y la cultura como una fortaleza para el crecimiento nacional en otras áreas vitales en las que ha destacado la Isla, como el sector salud, donde se presenta vanguardia con el uso de recursos para la tecnología e investigación en este campo; el ejército de batas blancas ha sido uno de los pilares del internacionalismo cubano, presentes no solo en América Latina y el Caribe como apoyo vital para misiones médicas solidarias y gratuitas emprendidas por algunos gobiernos progresistas, sino también en África, donde batallaron con escasos recursos durante la epidemia de ébola que azotó parte de ese territorio y actualmente apoyando decenas de países en la pandemia de Covid-19. Esa inversión social hecha por Fidel rindió grandes frutos, el crecimiento tecnológico es visible y no ha podido ningún bloqueo brutal mermar la resolución de todo un pueblo que decidió avanzar y transformar su destino, su realidad, con conciencia de clase, esperanza y proyección de futuro.

Muchos profesionales en el mundo entero le deben a Cuba y a la Revolución sus esfuerzos educativos, este país ha becado en su territorio a cientos de miles de personas que han sido formadas bajo el pensamiento crítico en numerosas áreas. No se puede resumir la capacidad intelectual y estadista de Fidel en unas simples líneas, este hombre por más de medio siglo logró forjar un paradigma que sirve de ejemplo a las generaciones futuras. Por eso, desde Correo del Alba rendimos un sentido homenaje a este gigante, que traspasó el umbral de la inmortalidad convirtiéndose en algo más que una idea: un pensamiento, una corriente política, un sentimiento que abarca generaciones enteras.

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